martes, 29 de mayo de 2012

Los niños que olvidamos

La infancia en Colombia pareciera ser un tema que hasta el año 2010 ha cobrado importancia para el Gobierno Nacional en cabeza de Juan Manuel Santos. Es un sensación de algunas amigas en general, aún reconociendo la labor de personas como Gilma Jiménez que vienen desde años atrás pero que, tristemente no son suficientes.


Reconozco la excelencia de la Estrategia Nacional de Atención Integral a la Primera Infancia de Cero a Siempre, pero ¿de qué nos sirve las buenas intenciones del gobierno Santos si la corrupción no permite ni el mínimo de su ejecución? Es muy fácil plasmar las ideas y girar la plata para que se lleven a cabo, pero, la corrupción (el cáncer de Colombia) deja en el aire muchos programas buenos para la sociedad. 


Basta con ver los subsidios para los damnificados de la ola invernal... ¿cuántos niños no seguirán durmiendo prácticamente en las calles? ¿cuántos mercados vencidos se dejaron de darles a cientos de familias? Si estamos acostumbrados a que la corrupción pase por encima de nosotros mucho más lo hace con nuestros INDEFENSOS menores de edad. 


En la propia capital colombiana los niños tienen que sufrir para llegar a su colegio, además padecer la grosería y el abandono de la calidad del estudio,  corren los peores riesgos en las calles... medio tiempo a la merced de las pandillas y el ocio, riesgo de una justicia inoperante en casos de abusos sexuales, maltrato físico y psicológico. Ahora imagine usted lo que tendrán que soportar los niños olvidados por todos, los niños de veredas y de municipios que ni el mismo gobierno debe saber que existen, imagínese usted los menores cuyos hogares son mandados por la dictadura de las farc, los paras o las bacrim... 


Qué podemos esperar de un país cuyos niños se mueren de hambre, donde son violados pero al abusador le dan casa por cárcel o peor aún... que nadie les cree y el degenerado social sigue asechando a su víctima sabiendo que -como en todo- en este país NUNCA PASA NADA.


Cada vez que escucho historias de injusticia con menores de edad maldigo esta sociedad corrupta que cree que pasar necesidades es único para "los pobres" ¡como si un violador o un maltratador fuera exclusivo de una precaria condición económica! ¿Acaso el abandono de algunos padres por vivir trabajando y pensar que la educación recae sobre los colegios costosos y la televisión es garantía de un buen futuro para un niño? No lo creo, hay abrazos que jamás se reemplazarán con lo material.


Ni qué decir sobre el abandono a niños de bajos recursos que sufren las llamadas enfermedades huérfanas (si para un dolor de cabeza toca esperar 1 mes de cita médica no quiero ni imaginarme el precario servicio de salud a enfermedades "desconocidas" ) Los niños deben ser más que prioridad en un país (incluye gobierno y ciudadanos) porque una nación que no piensa en los menores de edad está condenada al fracaso eterno.


Jamás dejaremos de ser tercermundistas si nuestra actitud y pensamiento le hacen honor al subdesarrollo, ¿cómo es posible que una madre permita que su pareja abuse de sus hijos? ah claro! el machismo, el maldito machismo que tiene condenado al infierno a América Latina " es que él es el hombre entonces me da miedo confrontarlo" "El puede porque es hombre, si le pega se lo merece" Y la responsabilidad viene desde el gobierno, no es momento para pedirle a una mujer que se atreva a denunciar cuando a los 3 días el abusador está libre y en su casa ¿es eso coherente?


A los niños debemos entregarles amor y protección desde todos los puntos de vista y no podemos olvidar que la familia es la institución más importante en la vida de una persona y que esta nunca será remplazada por un colegio ni por un medio de comunicación. 


Tristemente en este país las leyes se aprueban de acuerdo a la conveniencia de cada parte y muchos referendos a favor de los niños colombianos han quedado en puras palabras, porque definitivamente hasta el 2010 pareciera que la patria piensa en su infancia. 


Espero que algún día la "masa ignorante" que vota por platica y mercado aprende que su futuro no está con el político más charlatán ni con el político que solo aparece en elecciones. ¿será Colombia que algún día aprenderás? 


Twitter: @LauraAlbornozD





lunes, 7 de mayo de 2012

Ácido

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/nataliaspringer/cido-natalia-springer-columnista-el-tiempo-_11732464-4


"La violencia contra las mujeres, masiva y aterradora, es un hecho social concreto, es una epidemia creciente, desbordada, pero también cargada de significado"
Y mientras le borraba el rostro con ácido, le gritaba: "Téngalo bien presente, en su cara me voy a cagar y con la ley me limpio el culo". Eso es lo que recuerda Gloria Liliana Piamba del ataque del que fue víctima. Su victimario estaba en lo cierto. La probabilidad de que este atroz crimen de odio llegue a una condena es del 0,0003 por ciento. La cifra es tan indecente que podemos declarar, sin disputa, que no hay justicia para las mujeres.
Por favor, ¡basta ya de pedir paciencia, señores! ¡Sincerémonos! Cientos de miles de mujeres víctimas del conflicto fueron brutalizadas sexualmente, y sus cuerpos, pero también sus almas, se convirtieron en escenarios primarios de la violencia en Colombia. Las cifras son devastadoras, pero estos casos, como todos los casos de violencia contra las mujeres, además de los anuncios, ni siquiera han sido formalmente asumidos por la justicia. No hay proporción entre la abundante cantidad de leyes y disposiciones previstas para perdonar a los victimarios, para ofrecerles garantías, para priorizar sus intereses, incluso cuando no lo han pedido, como sucede hoy con el Marco para la Paz, y lo dispuesto para proteger a los cientos de miles de mujeres víctimas, que siguen esperando, entre la miseria y la supervivencia, a que les llegue su turno. Hay que ver la celeridad con la que se tramitan en este país las demandas de los violentos. Y ni hablar del nivel de sus defensores.
La violencia contra las mujeres, masiva y aterradora, es un hecho social concreto, es una epidemia creciente, desbordada, pero también cargada de significado. A las mujeres se nos violenta de múltiples maneras en todas las esferas de la vida social, y generalmente por los seres más próximos. Todo empieza en el hogar, por supuesto, a través de formas y costumbres profundamente institucionalizadas en la manera como nos educan, en los modelos o en la perversa lógica según la cual la violencia que ocurre en el marco de las relaciones de familia es una violencia intocable y se encuentra por fuera de los límites de la justicia, como si ocurriera en otro planeta, por fuera de jurisdicción. Allí nadie se mete. Las mujeres aguantan, callan. Mientras se niegue, no existe. Y si denuncian, las revictimizan.
¿Y quién se asombra de que pase lo que pasa si tenemos a tantos interesados en casos similares dictando la ley? Magistrados, jueces, concejales, congresistas, policías, militares. No es coincidencia que no haya sido posible que pase ni una sola disposición para retirar la investidura o remover del cargo a funcionarios involucrados en casos de violencia intrafamiliar, ni siquiera cuando la situación es tan extrema que sitúa en el mayor de los riesgos a los hijos. "Que hay que esperar a que se pronuncie la justicia", responden los partidos que los avalan. ¿Cuál justicia? "Que hay que ofrecerles todas las garantías del debido proceso", replican sus abogados. Garantías que jamás han tenido sus víctimas. No hay justicia.
¿Cómo negar que existe una política no institucionalizada que atenta contra los derechos de los hijos nacidos por fuera del matrimonio dentro de las Fuerzas Militares? ¿Y qué hay con los hijos de los sacerdotes?
Entre borrar el rostro de una mujer con ácido, borrar su deseo de luchar convirtiéndola en la culpable de su propia desgracia, y borrar a una mujer del servicio público porque ha demostrado independencia y valor, hay grandes similitudes. Hoy escribo esta columna hastiada por la injusticia, pero también a la espera de que juntas decidamos que ¡basta ya! Las mujeres colombianas somos mujeres capaces, y hemos avanzado de manera increíble, no porque se nos reconozca el haber mantenido a este país de pie, sino a pesar de esa falta de reconocimiento.
Así que, mis queridas, la pregunta no es "Y ahora, ¿quién podrá defendernos?". La pregunta es: ¿cuándo vamos a organizar nuestra agenda y a levantar nuestra voz para exigir respeto?
COLUMNA DE NATALIA SPRINGER
@nataliaspringer